miércoles, 12 de marzo de 2014

Pre-circular: Lo fantástico en las letras italianas, XXX Congreso Internacional de ADILLI.

                                            

                                       
Asociación de Docentes e Investigadores
de Lengua y Literatura Italianas


XXx Congreso internacional
de Lengua y Literatura italianas
de ADILLI (Asociación   Docentes e Investigadores
de Lengua y Literatura Italianas)

“LO FANTÁSTICO EN LAS LETRAS ITALIANAS”

Ciudad Autónoma de BUENOS AIRES,
1, 2 y 3 DE OCTUBRE DE 2014


PRE- CIRCULAR


COMISIÓN ORGANIZADORA

Coordinación General
Lic. Claudia Pelossi


Integrantes Comisión Organizadora:
Mg. Mónica Arreghini, Prof. Renata Bruschi, Mg. Daniel del Percio, Prof. Alicia Manucci, Mg. Paula Riva, Dra. Nora Sforza, Prof. Analía Soria


Comité académico
Dr. Daniel Capano, Prof. Jorge Piris

Fundamentación: 
Este Congreso tiene como objetivo principal dar continuidad a un espacio institucional anual de reflexión, a nivel internacional, cuyo eje es la italianística. En sus treinta años de existencia, ADILLI ha ampliado su propuesta inicial sobre literatura italiana y  literaturas comparadas, para incluir también estudios relativos a la lengua italiana, a la lingüística  y a la lingüística contrastiva. Continúan en vigencia temas permanentes como la problemática de la metodología, la didáctica de la lengua italiana, la traducción y los proyectos de investigación, así como también la migración italiana y su importancia en la conformación de la diversidad lingüística.
El título elegido para este Congreso “Lo fantástico en las letras italianas”, designa el ámbito dentro del cual se desea abordar el estudio de la  lengua, la literatura y la cultura italianas.

Objetivos
·   Favorecer el diálogo entre docentes e investigadores de lengua y literatura italianas.
·   Activar mecanismos y espacios de intercambio regulares entre dichos profesionales.
·   Crear un espacio para la reflexión y el debate sobre problemáticas lingüísticas, literarias y culturales en torno al tema seleccionado. 
·   Promover la difusión de la investigación en curso en los ateneos.
·   Contribuir a la articulación de profesionales de otras áreas en torno al tema propuesto.


Tema convocante: “LO FANTÁSTICO EN LAS LETRAS ITALIANAS”

    Subtemas:

a) Orígenes, evolución y perspectivas de la literatura fantástica en Italia
b) Lo fantástico en la narrativa italiana
c) Lo fantástico en la  lírica italiana
d) Lo fantástico en el teatro italiano
e) Personajes de la literatura fantástica italiana
f) Lo fantástico como espacio de evasión y/o subversión
g) Relaciones hiperestéticas entre la literatura fantástica italiana y otros discursos (cine, artes plásticas, música, etc.)
h) Temas y motivos del fantástico en la literatura italiana
i) La ciencia ficción en Italia en sus diversos formatos textuales: novela, cuento, historieta.


Temas Permanentes:  
·         Lingüística y literatura italianas comparadas
·         Didáctica de la lengua y de la literatura italianas
·         La traducción
·         Proyectos de investigación
·         La herencia cultural de los inmigrantes 



ESTRUCTURA DEL CONGRESO

    Metodología:

·         Conferencias plenarias
·         Foros de investigación
·         Comisiones de trabajo con exposición de ponencias de investigadores


          Normas para la presentación de las comunicaciones

·          Idiomas de las comunicaciones: italiano y español.
·          Los trabajos de lengua deben presentarse exclusivamente en italiano.
·          El tiempo de lectura de los paneles no deberá exceder los 15 minutos.
·          El tiempo de lectura de las ponencias no deberá exceder los 20 minutos.
·          Sólo se leerán las comunicaciones cuyos autores estén presentes en el Congreso.
·          Si el ponente es estudiante, su trabajo deberá contar con el aval de un profesor
·          Se abonará un arancel por cada ponencia y autor. Para los trabajos grupales, abonarán inscripción al Congreso cada uno de los integrantes del equipo en forma individual.
·          Una vez aceptado su resumen, el interesado deberá  efectuar el pago del arancel de inscripción al Congreso. No serán incluidos en el programa quienes no hayan hecho efectivo su pago.
·          Los resúmenes serán evaluados por una Comisión de Lectura que seleccionará aquellos que: a) se relacionen con la lengua, la literatura y la cultura italianas, b) se ajusten a la temática del Congreso y c) cumplan con los requisitos de forma solicitados.
·          Para su posterior publicación, las ponencias leídas deberán ser aceptadas por una Comisión de referato externo.

Formatos para la presentación de trabajos

Hoja A4. Tipo de letra: Times New Roman. Cuerpo: 12. Párrafo: Interlineado doble. Márgenes: superior 3 cm, inferior 2,5 cm, derecho 2,5 cm, izquierdo: 3 cm.
Resumen: Entre 200 y 250 palabras.
Trabajo: Máximo ocho (8) páginas incluyendo notas, bibliografía y anexos.
El resumen y el trabajo deberán contener:
- Encabezamiento del Congreso
- Apellido y nombre del autor/es
- Título del trabajo
- Área temática (Lo fantástico/Didáctica de la lengua y la literatura italianas/Inmigración / Lingüística y/o Literaturas comparadas)
- Subtema de “Lo fantástico”
- Institución de pertenencia del autor/es
- Correo/s electrónico/s del autor/es

Espacio para estudiantes y egresados noveles:
Se invita a participar en esta categoría a estudiantes y a egresados noveles que se inician en la docencia y en la investigación. Los interesados deberán especificar que desean ser incluidos en este espacio en el encabezamiento del resumen, del trabajo y en la ficha de inscripción. Seguirán las normas solicitadas para la presentación. El arancel de inscripción corresponde a miembro expositor.
Plazo para la recepción de los trabajos:

Presentación de resúmenes:  26 de mayo de 2014


Presentación de trabajos completos: 18 de agosto de 2014


El resumen y los trabajos se enviarán por correo electrónico a la dirección:


Aranceles: Se informarán en próximas circulares

Sede universitaria: se informará oficialmente en la Primera circular

MÁS INFORMACIÓN SOBRE EL CONGRESO:
www.facebook.com/adilli2014



Impresiones de América: acuarelas y dibujos, de Edmundo De Amicis (1889)




«Casi todas deseaban volver al país natal antes de morir, al menos una vez, una vez sola para volver á ver al padre, la madre, el pueblo, aquel ángulo del cementerio, aquellos valles, las montañas aquellas. Y no puede definirse la expresión de aquella larga mirada con la cual nos despedían; un adiós mudo, lleno de ternura y de tristeza, de la que ciertamente no éramos nosotros el objeto; pero que, por lo mismo, aun nos conmovía más. Algunas, en fin, por delicado instinto, empujaban á los niños hacia nosotros para que nos auguraran feliz viaje, diciendo: —Da un beso á este señor, que vuelve á nuestro país.— Y salían fuera de la puerta para vernos marchar.
Aquella pobre labradora italiana, vista desde lejos con un niño en brazos nacido en el Paraná; con otros hijos alrededor nacidos en Italia; delante de aquella pobre cabaña solitaria sobre la cual ondeaba la bandera italiana en medio de las indefinidas pampas de América, representaba para nosotros el amor de patria y la santidad de familia en la forma más poéticamente dulce, triste y solemne que pueda concebir la mente humana.»


De Amicis, Edmundo, “Los italianos en la Argentina”, en Impresiones de América: acuarelas y dibujos. Traducción al italiano de Hermenegildo Giner de los Ríos. Madrid: Agustín Jubera editor, 1889.

Poesie, de Edmondo De Amicis (1881)



Gli emigranti


Cogli occhi spenti, con lo guancie cave,
Pallidi, in atto addolorato e grave,
Sorreggendo le donne affrante e smorte,
Ascendono la nave
Come s’ascende il palco de la morte.

E ognun sul petto trepido si serra
Tutto quel che possiede su la terra.
Altri un misero involto, altri un patito
Bimbo, che gli s’afferra
Al collo, dalle immense acque atterrito.

Salgono in lunga fila, umili e muti,
E sopra i volti appar bruni e sparuti
Umido ancora il desolato affanno
Degli estremi saluti
Dati ai monti che più non rivedranno.

Salgono, e ognuno la pupilla mesta
Sulla ricca e gentil Genova arresta,
Intento in atto di stupor profondo,
Come sopra una festa
Fisserebbe lo sguardo un moribondo.

Ammonticchiati là come giumenti
Sulla gelida prua morsa dai venti,
Migrano a terre inospiti e lontane;
Laceri e macilenti,
Varcano i mari per cercar del pane.

Traditi da un mercante menzognero,
Vanno, oggetto di scherno allo straniero,
Bestie da soma, dispregiati iloti,
Carne da cimitero,
Vanno a campar d’angoscia in lidi ignoti.

Vanno, ignari di tutto, ove li porta
La fame, in terre ove altra gente è morta;
Come il pezzente cieco o vagabondo
Erra di porta in porta,
Essi così vanno di mondo in mondo.

Vanno coi figli come un gran tesoro
Celando in petto una moneta d’oro,
Frutto segreto d’infiniti stonti,
E le donne con loro,
Istupidite martiri piangenti.

Pur nell’angoscia di quell’ultim’ora
Il suol che li rifiuta amano ancora;
L’amano ancora il maledetto suolo
Che i figli suoi divora,
Dove sudano mille e campa un solo.

E li han nel core in quei solenni istanti
I bei clivi di allegre acque sonanti,
E le chiesette candide, e i pacati
Laghi cinti di piante,
E i villaggi tranquilli ove son nati!

E ognuno forse sprigionando un grido,
Se lo potesse, tornerebbe al lido;
Tornerebbe a morir sopra i nativi
Monti, nel triste nido
Dove piangono i suoi vecchi malvivi.

Addio, poveri vecchi! In men d’un anno
Rosi dalla miseria e dall’affanno,
Forse morrete là senza compianto,
E i figli nol sapranno,
E andrete ignudi e soli al camposanto.

Poveri vecchi, addio! Forse a quest’ora
Dai muti clivi che il tramonto indora
La man levate i figli a benedire....
Benediteli ancora:
Tutti vanno a soffrir, molti a morire.

Ecco il naviglio maestoso e lento
Salpa, Genova gira, alita il vento.
Sul vago lido si distende un velo,
E il drappello sgomento
Solleva un grido desolato al cielo.

Chi al lido che dispar tende le braccia.
Chi nell’involto suo china la faccia,
Chi versando un’amara onda dagli occhi
La sua compagna abbraccia,
Chi supplicando Iddio piega i ginocchi.

E il naviglio s’affretta, e il giorno muore,
E un suon di pianti e d’urli di dolore
Vagamente confuso al suon dell’onda
Viene a morir nel core
De la folla che guarda da la sponda.

Addio, fratelli! Addio, turba dolente!
Vi sia pietoso il cielo e il mar clemente,
V’allieti il sole il misero viaggio;
Addio, povera gente,
Datevi pace e fatevi coraggio.

Stringete il nodo dei fraterni affetti.
Riparate dal freddo i fanciulletti ,
Dividetevi i cenci, i soldi, il pane,
Sfidate uniti e stretti
L’imperversar de le sciagure umane.

E Iddio vi faccia rivarcar quei mari,
E tornare ai villaggi umili e cari,
E ritrovare ancor de le deserte
Case sui limitari
I vostri vecchi con le braccia aperte.


De Amicis, Edmondo, Poesie. Milano: Treves, 1881.
Imagen: Emigranti de Raffaello Gambogi (1894). Museo Civico G. Fattori (Livorno).

martes, 11 de marzo de 2014

En el océano (1889), de Edmundo De Amicis, en traducción al español (1909)



"No acababan de pasar nunca, como si se hubieran duplicado durante la noche. Familias y más familias, muchachos y más muchachos, caras de ciudad y del campo, de la alta y de la baja Italia, figuras de gente honrada, de contrabandistas, de enfermos, de ascetas, de viejos soldados, de mendigos, de rebeldes, corriendo con más furia cada vez, como si les apremiara el terror de no llegar á tiempo para encontrar su parte de tierra ó de pan en América.

¡Oh, qué desfile de miseria tan interminable! Y sin poder sujetar la imaginación, veníanseme á las mientes con obstinación y como por escarnio, al ver tanta miseria hambrienta, las llamaradas patrióticas de la gente ociosa, de los bien acomodados y de los ilusos, vociferando con entusiasmo carnavalesco por las plazas de Italia llenas de banderas y de esplendores. La humillación que sentía hacíame apartar la vista de mis compañeros de viaje extranjeros, cuyas afectadas exclamaciones de compasión y de estupor llegaban á mis oídos como injurias á mi país. No cesaban, entretanto, de pasar andrajosas y tristes miserias, mujeres macilentas y criaturas sin patria: desnudeces, vergüenzas y dolores. El espectáculo duró media hora, que me pareció eterna."


Edmundo De Amicis, En el océano. (Viaje á la Argentina). Buenos Aires: Biblioteca de "La Nación".

Imagen: "I giovani mendicanti", de Léon Jean Bazile Perrault, 1832-1908.

lunes, 3 de marzo de 2014

La Pampa Gringa, de Alcides Greca (1936)



«El primer reto lo recibió del Tenedor de Libros, un italiano corpulento y barrigón, con una cabeza que brillaba como huevo de avestruz.
- Ma... ¿dica? ¿Per qué no se quedó en Galicia? ¿Osté se cré que la cosa aquí le yaman del mismo modo?
- No sé, señor.
- ¿Qué purquería e eso que apuntó a la cuenta de Monchutti? ¿Qué quiere decir frejole? ¿Qué son frejole al idioma de lo gayegue?
Andrés interviene amablemente:
- Tenga cuidado, Chiudín . . . Que no lo oiga don Fernando. Acuérdese que él es de allá.
- Ma... Bueno. Que dica éste qué son frejole.
- Serán papas... -apuntó Andrés, por si pegaba.
Antoñico transpiraba. Se acercó a uno de los cajones. Regresó con una muestra.
- Esto...
- ¡Vea que gayeguite sunso! ¡Esto sun puroto! ¡Pero qué stúpico son lo gayegue! ¡Le yaman frejole a lu puroto!  A ver si me aprende prontito a hablar en el cristiano.»

Greca, Alcides, Pampa gringa. Santiago, Ediciones Ercilia, 1936.


domingo, 2 de marzo de 2014

Recuerdos de viaje, de Lucio V. López (1915)



«¡Cuantas veces querría yo trazarme el cuadro vivo de esta tierra que ocupa toda la historia del mundo! Tan relativamente pequeña, y ella sin embargo, ha absorbido durante siglos toda la actividad de esa Europa que la contempla como su cuna. Si la Europa desapareciera en el fondo de los mares, la Italia salvaría toda nuestra historia y nuestra tradición. En ella están los penates del mundo moderno, y sólo ella puede darnos la filiación exacta de nuestro origen moral. En ella se ha desarrollado la leyenda, en ella la historia ha trazado las más grandes páginas de la humanidad. Ha pasado por todas las transiciones, se ha agitado en los tiempos heroicos, ha llegado al más alto de los apogeos, ha caído en la barbarie, ha sido reina y esclava, conquistadora y conquistada, profana y cristiana, libre y sometida, democrática y monárquica, grande y humilde.
Hoy, llena de juventud y de belleza, surge del tronco carcomido, como un retoño que ha recibido todo el vigor y la fortaleza de la vieja planta. Las distintas naciones que la ocupan forman una sola familia que se llama italiana, y conservan sin embargo los rasgos distintivos de su estirpe. Los ligurios navegan los mares, los piamonteses y los lombardos surcan y labran la tierra, los venecianos miran al Oriente y procuran restaurar su antigua preponderancia. Roma vuelve a ser la urbs antigua, Florencia y Nápoles no han olvidado sus excelsas tradiciones artísticas.
En Italia, cada ciudad es un tesoro de curiosidades. Apartaos del itinerario de los grandes centros  y penetrad en esos piccoli paeseti, como llaman los italianos a sus villas y ciudades subalternas. Cada una de ellas tiene una historia digna de una nación; cada una tiene una fisonomía típica, acentuada y enérgica, que una vez observada, no se puede olvidar. En Génova yo había hecho el propósito de apartarme, siempre que me fuese posible, de los rumbos oficiales del viajero, y no me arrepiento de esta fantasía, que más de un compañero apurado, habría encontrado de un gusto pésimo. Muchas veces en una de esas aldeas tendidas sobre la cima de una montaña o en el seno de un valle, se encuentran riquezas artísticas e históricas que no es dado encontrar en las grandes ciudades. Yo pretendo, por ejemplo, que Verona y Padua, que Mantua y Faenza, que Luca y Siena, tienen más interés para el turista que todos los palacios de Génova, que todos los fastuosos y pesados mármoles de su cementerio. ¡Que me perdonen los valientes genoveses! Yo admiro en Génova lo que ellos critican. A mí me atrae la Génova de los güelfos y de los gibelinos, con sus callejuelas oscuras, estrechas, que parecen trazadas por el curso de una culebra. De noche me he internado por ellas, huyendo de la piazza Cavour y de la via Nuova y Novissinia, donde se agrupa una población que no habla de otra cosa que de fletes y tonelajes. En aquellas sendas tortuosas, el teatro de los Fieschi y de los Doria, conserva todas sus decoraciones. En cada puerta puede ocultarse un bravo y a la luz mortecina que alumbra la imagen de una Madona, in legno pueden darse de estocadas los Grimaldi con los Spínola antes que la ronda los sorprenda.
Las grandes arterias dan luz y aire a las ciudades, pero las alteran históricamente. Soy un furioso adversario de las demoliciones. Extended el radio de las poblaciones, pero no les quitéis su fisonomía histórica. Los gigantescos palacios de Génova, exigirían, es cierto, para destacarse majestuosamente en todas sus vastas proporciones, una plaza como la piazza della Signoria, de Florencia; pero si a cada uno de ellos se lo aislase en sus cuatro paredes principales, Génova dejaría de ser Génova y perdería su fisonomía. Desgraciadamente, los genoveses van en ese camino y tienen tal amor al espacio, a la luz y al aire, que no será extraño que de aquí a quince o veinte años, la vieja capital de la Liguria se encuentre convertida en una ciudad yankee en forma de damero, y con calles anchas en las que sus habitantes se verán privados de los goces de esa encantadora familiaridad actual, que permite que los vecinos de un mismo piso se abracen todas las mañanas al través de la calle.
Génova es una ciudad que amamos mucho los hijos del Río de la Plata; y no faltarán genoveses y argentinos que piensen que esa simpatía entre pueblo y pueblo data de ayer. Sin embargo, Génova nos trata desde ahora tres siglos. Los primeros comerciantes genoveses se presentaron en nuestro río pocos años después de que don Pedro de Mendoza hubiese echado los cimientos de Buenos Aires. Eran, es cierto, de la familia de Cristóbal Colón los que manipulaban aquella nave casi legendaria, de la que nuestros viejos cronistas dan apenas una ligera noticia en sus notas. Pero ella era, ante todo, el primer barco extranjero que iniciaba un comercio que tres siglos después debía practicarse diariamente entre dos pueblos igualmente libres. Génova era entonces aventurera y revolucionaria. Si el Turco o Venecia le cerraban el paso en el archipiélago de Grecia, ella sabía buscar fortuna en los mares en que portugueses y españoles se disputaban el imperio del mundo.
Bajo el dominio de la casa de Habsburgo, los genoveses como mercenarios, o como aventureros por cuenta propia, merodearon en todos los mares americanos, tripularon no pocas veces las naves de guerra españolas, y compitieron con sus rivales, los venecianos, que habían también contribuido con la célebre familia de los Caboto a ilustrar las primeras proezas de los descubridores del Río de la Plata.
Génova dio a la corte liberal de Carlos I uno de sus más esclarecidos ministros; el nombre de los Grimaldi está íntimamente asociado a los primeros ensayos del comercio libre en la América española, y bajo aquel ministerio de italianos regalistas y anti-jesuíticos, las colonias americanas parecieron sacudir el yugo del negro despotismo que pesaba sobre ellas desde dos siglos atrás. Fueron, pues, los descendientes de los antiguos patricios güelfos de Génova, los que contribuyeron a abrir las puertas del Río de la Plata, hasta entonces cerradas al comercio universal, y los que prepararon y realizaron la fecunda revolución política que arrojó a la Compañía de Jesús de las Misiones y de todos los rincones de América en que había levantado y consolidado su poder. Se ve, pues, que los vínculos de pueblo a pueblo son históricos, y que ellos no han nacido ayer, citando nuestras contiendas civiles y nacionales vieron figurar como actores a los italianos proscriptos y perseguidos.
En nuestros días, una generación de argentinos nos ha enseñado a amar a la Italia. Me vienen sus nombres a la memoria: Juan María Gutiérrez, Miguel Cané (padre) y Juan Carlos Gómez. No he podido dejar de recordarlos el día en que pisé tierra italiana, y especialmente el día en que oí los murmullos del Mediterráneo en el hondo sello que forman Sestri y Pegli, a pocos kilómetros de Génova.
Juan María Gutiérrez visitó la Italia en 1843, Cané y Gómez en 1852, si mal no recuerdo. El primero había salido de Montevideo en el Edén con Alberdi. Garibaldi les había recomendado el barco como excelente y, en efecto, a los tres meses los desembarcó en Génova. La Italia ardía en aquellos días, pero Génova, como en los buenos tiempos libres de Hamburgo, tomaba poco interés en la propaganda revolucionaria. Comerciaba por su cuenta y atesoraba egoístamente sus riquezas. La unidad italiana era para ella una quimera en la que tomaba poco interés en la propaganda revolucionaria. Comerciaba escribiendo sus impresiones en EL NACIONAL del 7 de Octubre de 1852, decía: «Si a esos hombres, hediendo a brea y a salitre del Mediterráneo, les habláis de unidad italiana, de la iniciativa del Piamonte en la cruzada de la independencia, de la fraternidad de todos los pueblos de la península, se os reirán en la cara, y con la indiferencia del desprecio repetirán que Génova se basta a sí misma y que los otros se entiendan como puedan. El egoísmo del franco, del buen lecho, de la aldea, se ha apoderado de esa ciudad de tal manera, que hoy es su religión, su vida y su patria».
Era por esto que todos los argentinos que llegaban a Italia en aquellos días, no bien desembarcaban en Génova, volaban a Turín. Gutiérrez me hablaba con una simpatía profunda de aquella corte de Carlos Alberto, que fue tan constante en la propaganda como firme en el infortunio. Allí, si la memoria no me falta, escribió su Capitán de Patricios y cultivó los maestros de la poesía italiana que acostumbraba recitar con su fina elocuencia en el seno de sus más íntimos amigos. Nuestros padres venían en aquella época sedientos de libertad y preferían los crudos inviernos de Turín a la eterna primavera de Nápoles, donde las bellezas de la naturaleza no podían atenuar la imbecilidad de la corte de Franceschino. Hoy, en todas partes, se encuentra a la Italia, que palpitaba entonces en el Piamonte. Génova, la Cartago comerciante y egoísta de 1852, es hoy tan italiana como el resto de la península, y su espíritu nacional es tan profundo y acendrado que en su suelo duerme el eterno sueno el italiano más italiano del siglo: José Mazzini
Me he acercado al severo monumento que ha levantado el pueblo al tenaz y constante propagandista. Guarda armonía con el carácter del espíritu que lo animó. Es un templo de granito, sostenido por cuatro sólidas columnas dóricas, cerrado por dos rejas toscas y sencillas y dominando una de las alturas más elevadas del cementerio. Toda la pompa vana de Carrara ha desaparecido de aquel mausoleo severo, que hace contraste con las fastuosas y abundantes esculturas que blanquean al pie de sus muros. Los patriotas italianos lo han cubierto de coronas, y los imbéciles, que en todas partes son desgraciadamente numerosos, se han creído obligados a tiznar aquellas paredes con sus nombres y sus rúbricas.»


 López, Lucio V., “¡Italia! (El Norte). Verona, 24 de Enero de 1881.” En Recuerdos de viaje. Buenos Aires, L. J. Rosso y Cía, 1915.