miércoles, 19 de diciembre de 2018

Che Gringo, de José Luis Michelotti (2006)


  


«Querido hijo:

Ayer de tarde, paseando por Belgrano, me encontré de pronto ante una antigua estatua de mármol de ojos blancos como la de los ángeles barrocos. Estaba colocada sobre un pedestal en el centro del jardín de una antigua casa venida a menos. Me detuve un momento a contemplarla, y esos ojos se me aparecieron como el símbolo de la desmemoria que el paso de los años irremediablemente agudiza.

Tocado por esa visión me dije que había una forma de rescatar mi pasado del olvido. Regresé a casa y me puse a remover la estantería de mis libros, hasta que di con un largo relato que escribí hace algunos años y que hoy te envío para que me ayudes a interpretarlo. Por sobre las ambigüedades, las ficciones y las realidades de una época de la que fui partícipe, y de un país de adopción que tomé como propio, los recuerdos aparecen como algo inevitable.

Como verás, estas historias repletas de metáforas sobre esos ángeles insomnes y desmemoriados, que ahora adquieren la consistencia del ensueño, son mi legado. Creo que las escribí para liberarme del pasado y recuperar la inocencia. Hoy los recuerdos son algo semejante a una purificación, la interpretación de una realidad personal y colectiva que me tocó vivir intensamente, y que me ayudará a pasar con un poco menos de desgano estos últimos años de mi vida.

Tu papá, que te quiere


José Luis Michelotti, Che Gringo. Córdoba: Fojas Cero Ediciones, 2006.

"Crónica de una herencia (a mi padre)", de Oscar Agú (1996)





«Allí se acunan las historias
con ojos azules de mar y lino
de ternura
y miedo.
Porque lo brutal era comensal del campo
desde el sol a la siembra
de siembra a la cosecha
y vuelta al arado
con un breve visteo a la escuela.
Porque lo brutal era el miedo de los hijos
y la ternura ese aleteo de pájaro nocturno
que se posaba en un beso de madre,
de mujer arruinada por trabajos hombrunos
que tenía su tiempo
para espantar los miedos.
Era brutal el campo, me dice el viejo
y apenas era un niño.»

Oscar Agú, Crónica de una herencia. Santa Fe: Ediciones “El Arca del Sur”, 1996. Prólogo de Gastón Gori.

lunes, 17 de diciembre de 2018

L'Argentina, de Mario Puccini (1939)




«C’è una Pampa che si potrebbe chiamare letteraria, ideale, ed una Pampa autentica, reale, viva e vivente. Della prima, si parla molto: e non solo dai lontani, anche e soprattutto dagli Argentini. Bisogna subito farci i conti e sbrigarsi con questa Pampa: come tutte le cose che la fantasia umana troppo a lungo e compiacentemente ha accarezzate, essa è diventata quasi un cliché.
[...] Ma il popolo argentino non è grande per la sua mitologia, è grande per la sua potenza di creazione e di costruzione: gli si farebbe un grande torto se lo si vedesse ancora legato più alle favole che alla vita. E questa, cioè la realtà, fu diversa: diversa e non facile: i primi lottatori della Pampa non sono ancora dei realisti totali, sono a metà dei poeti; occorrono dei secoli prima che la Pampa ceda, prima che la Pampa si sottometta. Ma è tutta una storia eroica; è nella Pampa e per la Pampa che l’Argentina trova veramente se stessa, sioè le sue virtù di costanza e di forza, quelle virtù che determineranno la sua potente fisionomia. Battaglie cruente, e battaglie incruente; ma queste quanto più dure delle prime!
Una terra sterminata: più si procedeva e più pareva di essere al primo passo. Una terra senza nodi e senza poesia; ma, appunto perché tale, d’una monotonia, d’una durezza da piegare dei giganti. Resistere poi a quel cielo: era non soltanto monotono e duro come la terra, ma era staccato, lontanissimo: impossibile comprenderlo con lo sguardo, quasi perfino crederlo vero. Non più una favola, ma sentore ancora di favola: quegli uomini debbono tutti i giorni vincere la propria volontà d’abbandono, tutti i giorni debbono lottare contro non si sa che strana pigrizia, tutti i giorni corrono il pericolo di addormentarsi in un sogno che potrebbe essere, che anzi certamente sarebbe senza risveglio. Battaglia lunga, stremante, difficile; ma è cittoria, un giorno.»

Mario Puccini, L’Argentina. Milano: Garzanti, 1939.

Imagen: “La lavandera” de Prilidiano Pueyrredón. Colección del Museo Nacional de Bellas Artes.


Ha pasado la nostalgia, de Gastón Gori (1950)




«Las primeras colonias de inmigrantes, no tuvieron su cronista completo. Ha quedado un vacío irremediable. Nos faltaron espíritus consustanciados con la época y dotados de sobresalientes cualidades, de tal manera, lo escrito por sus contemporáneos, no logra la perennidad literaria de un Hudson, un William Mac Cann, en la descripción de las costumbres del hombre argentino. Su permanencia está sostenida por cuadros fragmentarios, apuntes estadísticos, observaciones parciales, como no se trate de fragmentos de Edmundo D’Amicis asistidos por indudable aptitud literaria, pero escritos cuando muchos de los pioneros gringos habían fallecido y los linares “multiplicaban sus ojos”. ¡Pero los linares, tan rezagados del trigo! Tampoco Peyret fué el destinado a realizar la labor que en lo “criollo” inmortalizara a Robertson, Mac Cann, Hudson, por citar sólo a extranjeros como él y al autor de “El Ombú”. Este nuevo visitador de colonias, deja de ser un hombre de curiosidad rápida durante pocos momentos. Es incompleto en la penetración de los hombres, tipos, caracteres, lugares, costumbres; no seguiría como D’Amicis, los pasos de un emigrante embarcado que, en alta mar, cruza pasillos y se introduce en cabinas. Peyret mira un edificio aunque a su lado griten en la nerviosidad de las “partidas” cuando se aprontan jinetes en las “cuadreras”… “Me senté bajo un sauce para esperar el regreso del tren, porque no me interesaban mucho las carreras criollas que se corrían en ese momento en Colastiné, y pasé el tiempo contemplando los edificios del Paraná que brillaban en lontananza sobre la barranca altísima de la ribera opuesta”. Este hombre está de espaldas al sitio donde, sin duda, con los “indígenas” (x) se mezclaba gente europea agauchada, que después de perdido su recelo, terminaba por admirar las costumbres y la vestimenta del criollo adoptándolas en decidida emulación.»

(x) Así suele llamarse al criollo.

Gastón Gori, Ha pasado la nostalgia. Santa Fe, Librería y Editorial Colmegna, 1950.


miércoles, 5 de diciembre de 2018

La comparsa se despide, de Alberto Vacarezza (1932)




«Serpentina - Si me permiten las damas, voy a explicar el sainete porteño.
Film – (Un extranjero) ¿Y qué es eso de la sainete porteño?
Serpentina - ¡Poca cosa!
Un patio de conventillo,
un italiano encargao,
una percanta, un villano,
un yoyega retobao,
dos malevos de cuchillo,
un chamuyo, una pasión,
choque, celos, discusión,
desafío, puñalada,
aspamento, disparada,
auxilio, cana… telón.
Film -                ¿Y todo eso es la sainete?
Serpentina – No se apure, don Mister,
que voy a mandarle el resto;
pues debajo de todo esto
tan sencillo al parecer,
debe el sainete tener
rellenando su armazón,
la humanidad, la emoción,
la alegría, los donaires
y el color de Buenos Aires
metido en el corazón.»

Alberto Vacarezza, La comparsa se despide. Buenos Aires: Tall. Graf. Sudamericanos, 1932.

Fotografía: Casa Colectiva La Nacional, conocida como el «Conventillo de la Paloma», Thames 145/49 y Serrano 152/58 (Buenos Aires).

martes, 4 de diciembre de 2018

La Repubblica Argentina. Annuario dell’Emigrante Italiano, de Edoardo Spiotti (1906)




«Nessuna pagina di questo libro è stata scritta di maniera, o seguendo gl’impeti della improvvisazione, perchè tutte le materie trattate, tutti i consigli raggruppati nei volumi di Repubblica ArgentinaAnnuario dell’Emigrante Italiano – rispecchiamo studii serenamente compiuti, vita variamente vissuta, leggi fedelmente trascritte; perchè lo scopo di questi volumi è quello di concorrere, con tutto l’entusiasmo, a rendere sempre più igieniche le correnti migratorie che, dall’Italia, si spingono al Plata. Giacchè le leggi, di per loro stesse insufficienti, abbracciano appena una meschinissima parte, il viaggio dell’emigrante, ma se poi esso è vinto nella lotta per la vita che deve combattere in paese straniero, viene abbandonato alla carità dei patronati che, o non posseggono i mezzi per esplicare convenientemente la loro azione, o, se li hanno, si studiano di conservarli e aumentarli per opere filantropiche di là da venire; di modo che, al povero emigrato succede come a quei soldati, ai quali si dà ogni facilitazione perchè vadano alla guerra e non li si soccorre quando restano mutilati in una battaglia.
Tutte le guerre, sommate assieme, non hanno fatto tante vittime quanto l’emigrazione. Studiare questo fenomeno così complesso guardando i dettagli o trascurando l’assieme, è lo stesso che preoccuparsi della febbre che affligge un ammalato, senza darsi conto della causa che la produce.
Per questo appunto noi chiediamo al pubblico tutto il concorso che esso può dare, allo scopo ci migliorare questo “Manuale dell’Emigrante”. Il pubblico che emigra, che sta per emigrare, il pubblico che osserva, che ama, che ha palpiti e si preoccupa della sorte di tanta povera gente che abbandona la patria, può, meglio degli altri, dare a noi suggerimenti e consigli, perchè, migliorando l’opera nostra, essa, dalle pagine di questo libro, s’irradi sui nostri fratelli che scelgono l’Argentina per la realizzazione di nuove speranze.»

E. Spiotti, La Repubblica Argentina. Annuario dell’Emigrante Italiano. Anno II – 1906. Genova: Soc. An. Industrie Grafiche ed Affini – Libreria Editrice E. Spiotti – Deposito Generale per la Repubblica Argentina presso Alfredo Cantiello, 1906.

Libro extraño, Tomo III. Don Manuel de Paloche, de Francisco A. Sicardi (1899)




«Genaro canta en el segundo libro el poema del suburbio y con él muere una parte de la vieja alma nacional. El ombú se vá; los cercos de moras y de sina-sina se van. Sobre los charcos mefíticos y verdes, donde se pude la basura y se esfacelan las osamentas abandonadas, se levantan casas pequeñas por todas partes y en el cambio violento de las cosas, hasta el idioma se vá transformando. Ahora don Manuel de Paloche empieza su peregrinación y escribe su libro. Entra en la ciudad con sus ímpetus de iluminado, que vive treinta años adelante como un profeta. Bien pronto el martirio lo espera. Habrá pagado él también tributo, entregando la vida á su credo. Es la repetición de la vieja y triste historia de los sacrificados por la civilización, que se ha entrado aquí á saltos violentos, apurada por la Europa que todo lo ha modificado.
La teja ha desaparecido; el techo de pizarra negrea sobre los palacios; la pintura al óleo tapa los vetustos blanqueos de los frentes y la pared lisa está adornada de columnas y artísticos frisos. Los grandes cristales de las ventanas chisporrotean en la hilera larga de las casas de altos. Por todas partes hay un ímpetu de vida ferviente y alegre. Se edifica con apuro y ya se ha perdido la monástica seriedad de los antiguos edificios con sus grandes patios de baldosas y ladrillos llenos de verdín. Han tronchado las higueras y los parrales de gruesa cepa. El mosaico de color variado es el rey de los pisos y los sustituye. No hay pozos. Algibes quedan pocos. La ciudad tiene sus túneles subterráneos, un dédalo de cañerías que traen agua y gas á torrentes también. Por todas parte cruzan alambres. Buenos Aires es una jaula. La electricidad lleva y trae la palabra y el pensamiento humano; los trenvías, los carros y coches se atropellan en sus calles, chocan y suenan. Un enorme fragor cruza de punta a punta y zumba á lo léjos. Son las notas de la actividad, es el barullo de la colmena. A veces es imposible pasar. Ruedas y lanzas de coches, capotas y gente han hecho una trenza en una boca-calle, y mientras la muchedumbre se aglomera, los vehículos están detenidos atrás en largas y oscuras filas. Se habla un extraño lenguaje, una mezcla de palabras de todos los idiomas. Al fin se mueve la enorme caravana en medio de un pueblo vigoroso, que parece llevar en su sangre los gérmenes sanos de todas las razas. Hay mucho apuro. Cada uno vive por cuatro. La gente muere joven, porque las metamorfosis son violentas.»

Francisco A. Sicardi, Libro extraño. Don Manuel de Paloche. Tomo III. Buenos Aires, Imp. “Europea” de M. A. Rosas, 1899.

Imagen: Estación Terminal Plaza Constitución del antiguo ferrocarril del Sud (Ferrocarril General Roca). Archivo General de la Nación.

lunes, 1 de octubre de 2018

Cuadros sud-americanos de José Ceppi (Aníbal Latino) (1888)




«Cuántas noches, recorriendo las calles solitarias, viendo brillar las pinturas en los vestíbulos, resplandecer las luces en los patios llenos de plantas y flores, resaltar los muebles en las habitaciones cuya débil luz dá un carácter misterioso á las bellas y envidiables habitadoras de las casas, respirando las oleadas de perfumes y de fragancias que salen de las ventanas, oyendo las notas de un piano, las armonías dulces y suaves, las voces sumisas de las mujeres que aparecen y desaparecen, como hadas, en la penumbra de las habitaciones, contemplando todo lo que revela los placeres, las alegrías inefables de la familia, he pensado en la tristeza en la soledad de todos los que viven sin amigos, sin parientes, sin poder nunca fijar sus miradas en otras miradas dulces y cariñosas; he pensado en la melancolía, en el desconsuelo que aquel espectáculo debe infundir en el ánimo de miles y miles de italianos, que después de un largo día de penoso trabajo no encuentran mujeres queridas que los esperen, ni pequeñuelos que los alegren con sus besos y sus sonrisas, ni una voz que los anime en las horas frecuentes de dolor y desaliento: que se ven solos y abandonados en un mundo donde tantos seres aman, sin mas alivio que el pensamiento de la patria lejana, de la esposa, de los hijos, de los parientes y de los amigos que han dejado en Italia!
Es siempre triste en toda edad y en cualquier lugar el aislamiento para el hombre; pero lo es mucho mas en la edad madura y en lugares desconocidos; é indudablemente será siempre sabio consejo decir á los que se ven en la necesidad de emigrar, á los que se resuelven ir á buscar en lejanas tierras el trabajo que no encuentran en la patria, que no partan solos, que lleven consigo la familia, alguno, de los séres que aman.»

José Ceppi (Aníbal Latino), Cuadros sud-americanos. Buenos Aires: Librería Universal de Alejandro Miroli – Librero Editor, 1888.

Imagen: "El viajero", escultura de Bruno Catalano en Marsella (Francia).

“El conventillo” (milonga). Música de Ernesto Baffa y Fernando Rolón. Letra de Arturo De La Torre y Fernando Rolón (1965).





«Yo nací en un conventillo
de la calle Olavarría,
y me acunó la armonía
de un concierto de cuchillos.
Viejos patios de ladrillos
donde quedaron grabadas
sensacionales payadas
y, al final del contrapunto,
amasijaban a un punto
p’amenizar la velada.

Cuando pude alzar el vuelo,
pianté del barro al asfalto,
pretendí volar tan alto
que casi me vengo al suelo.
Como el zorro perdí el pelo
pero agarré la manía
de lofiar la gilería
y al primer punto boliao
con algún fato estudiao
dejarlo en Pampa y la vía.

Una noche, un tal Loyola
me embroco en un guay fulero,
batida, bronca, taquero,
celular, biaba y gayola;
di concierto de pianola
manyando minga’e solfeo
y, aunque me tengo por feo,
colgué mi fotografía
donde está la galería
de los ases del choreo.

Hoy que estoy en los cuarenta,
en el debe de la vida,
chapé una mina raída
que tiene más de la cuenta.;
ando en un auto polenta,
diqueándome noche y día
sin saber la gilería
que me está envidiando el brillo,
que nací en un conventillo
de la calle Olavarría.»

“El conventillo” (milonga). Música: Ernesto Baffa / Fernando Rolón. Letra: Arturo De La Torre / Fernando Rolón (1965). Interpretación: Aníbal Troilo y su Orquesta. Álbum: Un Tango para el Recuerdo.


 Imagen: conventillo de La Boca (Buenos Aires).

El problema del inmigrante y el problema agrario en la Argentina, de Damián M. Torino (1912)



«La República Argentina es un país de inmigración: ocupa, después de los Estdos Unidos, el primer puesto; recibe arriba de 250.000 inmigrantes, de los 2.000.000 más ó menos que la pletórica Europa envía cada año á las otras partes del mundo, especialmente á la América.
La inmigración es, pues, un fenómeno que muy de cerca nos afecta; que mucho nos interesa conocer en sus fases múltiples y complejas; en sus variados detalles; y en la serie de problemas que necesariamente tiene que suscitar esta grande y movible fuerza humana, ya sea que simplemente gravite ó que actúe; ya se concentre ó se esparza en los países que la reciben.
Para naciones en formación como la Argentina, con tierras fértiles y extensas, desocupadas é improductivas por falta del brazo que las fecunde, no puede ser objeto de discusión, no ya las ventajas de la inmigración, sino su absoluta necesidad, como el medio más eficaz de combatir el desierto que aun nos rodea; como el factor más poderoso que ha de poner en movimiento los recursos y riquezas que en su seno lleva ocultos nuestro suelo, y que en todos los tiempos, las naciones que mejor supieron desarrollarlos y aprovecharlos, cimentaron sobre ellos su poderío y civilización.
Estas sencillas consideraciones no podían ocultarse al espíritu fecundo y genial de Alberdi; de ahí su frase célebre: “gobernar es poblar”, lanzada como síntesis de su estudio sobre el entonces anarquizado y empobrecido organismo de la República Argentina, y el que también le permitió conocer y apreciar las poderosas energías de reacción y de salud que en su entraña guardaba, latentes, adormecidas, si se quiere. Por eso fue que al lado del mal que nos aquejaba, perpetuando nuestra desorganización y atraso, señaló con igual acierto los remedios, que á la vez que la salud nos darían poder, riqueza y bienestar. Entre estos remedios, es evidente que la inmigración europea, que hemos recibido desde el principio de nuestra era constitucional, ha sido uno de los más importantes, y continuará por mucho tiempo siendo el nervio y principal resorte de nuestro engrandecimiento futuro; entonces, no es necesario añadir una palabra más para demostrar toda la trascendencia que para nosotros tiene el estudio de la inmigración como tópico económico y social.

[…]

Las vinculaciones intelectuales, sociales y comerciales de las naciones latinas de la Europa con la República Argentina, son cada vez más estrechas, debido á la mayor facilidad y baratura de las comunicaciones; á la más grande importancia de sus intercambios; á la similitud de idiomas, creencias y costumbres; á la mayor atracción que los ya establecidos ejercen en el ánimo de sus parientes y amigos que se disponen á abandonar su país para decidirlos á que vengan en su compañía. Añádase á esto la circunstancia de ser hoy la Italia y la España dos de los países de mayor emigración y de los más prolíficos á la vez, lo que les permite contribuir con centenares de miles de sus hijos á la emigración, sin detener por ello el crecimiento contínuo de sus respectivas poblaciones. 
Estas dos naciones están fatalmente condenadas á vaciar al exterior el exeso de su población, porque no tienen y por mucho tiempo no tendrán, los medios de retenerla en casa. Son de las naciones de predominio agrícola, cuya característica es no poder retener en su seno una población muy densa, que es privilegio de las grandes naciones industriales. Italia, no obstante, constituye una excepción á esta regla: es actualmente una de las naciones más densamente pobladas de Europa, sin ser por ello y sin que pueda serlo en lo futuro una gran nación industrial; pero exepción corrobora nuestra afirmación, puesto que lo que se demuestra con ella es sólo la resistencia extraordinaria de Italia para retener una población superior á su fuerza y medios; y como esta población crece siempre y desborda, la emigración de millares de sus hijos es el forzado tributo que paga á una necesidad superior é ineludible: la de hacer posible, dentro de ella, la vida útil y civilizada para los italianos. 
Se habla mucho del desarrollo industrial de Italia del norte. Somos de los que lo aplauden y admiran; pero creyendo que no puede pasar de los límites discretos que la naturaleza señala. 
La industria italiana se ha desarrollado debido, principalmente a la concurrencia de los factores: el proteccionismo y los bajos salarios que ganan sus clases obreras, á los que se puede agregar un tercero: la utilización de sus abundantes caídas de agua para la producción de la energía eléctrica. No obstante, que con el proteccionismo asegura la industria italiana el mercado interno, sus condiciones económicas son tan desventajosas respecto de las grandes naciones industriales, Estados Unidos, Inglaterra, Alemania y Francia, que tiene planteado este dilema: el costo de producción debe ser pequeño ó la industria imposible; de ahí que los salarios no puedan mejorar en proporción apreciable, mucho menos igualar á los que gana el norteamericano. Italia no podrá libertarse del salario relativamente bajo; no podrá, por lo tanto, libertarse del grueso tributo que paga á la emigración. Hay, dice Raffalovich (página 502 del Marché Financiar, 1909-1910), “una relación estrecha entre la situación industrial, la necesidad de mano de obra y la emigración; la intervención del estado es impotente. Tan largo tiempo como los americanos paguen salarios más elevados que la Europa, la emigración continuará”.»


Damián M. Torino, El problema del inmigrante y el problema agrario en la Argentina. Buenos Aires, 1912.



sábado, 29 de septiembre de 2018

El frutero de los ojos radiantes, de Nicolás Casullo (1984)




«Ella tenía diez años y dormía con su hermana porque eran huérfanas: así le contó Giovanna tomando la leche caliente en la posada del puerto de Génova. Ella también le dijo que su tío estaba allá, en América, desde hacía diez años y con muchas casas compradas para vivir; muchas casas le volvió a decir Giovanna cuando el hombre de la bufanda anunció que habría tormenta en el mar. Ese miedo de verlo durmiendo con los ojos abiertos y su padre que desató la valija, buscó el paquete de cartas y el dinero y lo escondió dentro de la camiseta y cerró la valija, la puso contra la mampara de la bodega para apoyar la cabeza y roncar fuerte, como siempre, pero al lado suyo y non en la pieza de arriba, en Savona, donde siempre oía que roncaba. Giovanna era también del Ligure pero vivió en un pueblo donde el mar llevaba el viento a la tierra y la montaña no podía pararlo. Ella no conocía Savona ni los árboles golpeando las ramas antes de la lluvia: el abuelo se agachaba para morder terrones o deshacerlos con las manos y después se lamía los bigotes: el abuelo miraba la tierra como si hubiese algo distinto en los sembrados y en el cielo más frío allá arriba que ahí abajo o tan frío como el aire del agua contra el barco. Giovanna con las manos azules tuvo también esa mañana, en el puerto de Génova, el color de la cara del abuelo: tío Lorenzo la ayudó con su bolsa de longanizas porque Giovanna tenía que entrar a la oficina de embarque y mostrar su pasaje con las manos azules. Ella dormía a pesar del barco moviéndose y que a veces, de noche, daba la sensación de estar parado en el mar. Pero ella no era de Savona y cuando la conoció en la posada y caminaron por Génova hasta la virgen de la Anunciación, la hermana de Giovanna entró a comprarse aros en la tienda de la mujer elegante, la mujer de cara pintada y de rodete, como le gustaba  a tío Lorenzo, que esa noche llegó a la posada con otros dos hombres y su padre los abrazó pata encerrarse con ellos en la pieza. Para golpear las botellas y estrellar sus trompadas en la mesa y salir del cuarto ya de madrugada, borracho, llorando igual que tía Filomena cuando le contaba de su madre enferma y escondida en la iglesia o en el cielo blanco de la montaña.»

Nicolás Casullo, El frutero de los ojos radiantes. Buenos Aires: Folios Ediciones, 1984.

Una excursión a los indios ranqueles, de Lucio V. Mansilla (1870)




«Ese es nuestro país.
Como todo pueblo que se organiza, él presenta cuadros los más opuestos.
Grandes y populosas ciudades como Buenos Aires, con todos los placeres y halagos de la civilización, teatros, jardines, paseos, palacios, templos, escuelas, museos, vías férreas, una agitación vertiginosa ―en medio de unas calles estrechas, fangosas, sucias, fétidas, que no permiten ver el horizonte, ni el cielo limpio y puro, sembrado de estrellas relucientes, en las que yo me ahogo, echando de menos mi caballo.
Fuera de aquí, campos desiertos, grandes heredades, donde vegeta el proletario en la ignorancia y en la estupidez.
La iglesia, la escuela, ¿dónde están?
Aquí, el ruido del tráfago y la opulencia que aturde.
Allá, el silencio de la pobreza y la barbarie que estremece.
Aquí, todo aglomerado como un grupo de moluscos, asqueroso, por el egoísmo.
Allí, todo disperso, sin cohesión, como los peregrinos de la tierra de promisión, por el egoísmo también.
Tesis y antítesis de la vida de una república.
Eso dicen que es gobernar y administrar.
¡Y para lucirse mejor, todos los días clamando por gente, pidiendo inmigración!
Me hace el efecto de esos matrimonios imprevisores, sin recursos, miserables, cuyo único consuelo es el de la palabra del Verbo: creced y multiplicaos.»



Lucio V. Mansilla, Una excursión a los indios ranqueles, Buenos Aires, Imprenta, Litografía y Fundición de Tipos Buenos Aires, 1870.



lunes, 24 de septiembre de 2018

Noi siam partiti (Merica, Merica) de Angelo Giusti (1875)




Video inedito estratto dalla raccolta dei primi 3 cd dei Ciansunier (Canto Popolare degli Emigrati Veneti)


«Dall' Italia noi siamo partiti
Siamo partiti col nostro onore
Trentasei giorni di macchina e vapore,
ed in America siamo arrivati.

America, America, America,
cosa sarà questa America?
America, America, America,
un bel mazzolino di fiori.

E in America noi siamo arrivati
non abbiamo trovato né paglia e né fieno
Abbiamo dormito sul nudo terreno,
come le bestie abbiamo riposato.

America, America, America,
cosa sarà questa America?
America, America, America,
un bel mazzolino di fiori.

L'America è lunga e larga,
è circondata dai monti e dai piani,
e con l'industria dei nostri italiani
abbiamo formato paesi e città.

America, America, America,
cosa sarà questa America?
America, America, America,
un bel mazzolino di fiori.

America, America, America,
cosa sarà questa America?
America, America, America,
un bel mazzolino di fiori.»


Originale in dialetto veneto:

«Dalla Italia noi siamo partiti
Siamo partiti col nostro onore
Trentasei giorni di macchina e vapore,
e nella Merica noi siamo arriva'.

Merica, Merica, Merica,
cossa saràlo 'sta Merica?
Merica, Merica, Merica,
un bel mazzolino di fior.

E alla Merica noi siamo arrivati
no' abbiam trovato nè paglia e nè fieno
Abbiam dormito sul nudo terreno,
come le bestie abbiam riposa'.

Merica, Merica, Merica,
cossa saràlo 'sta Merica?
Merica, Merica, Merica,
un bel mazzolino di fior.

E la Merica l'è lunga e l'è larga,
l'è circondata dai monti e dai piani,
e con la industria dei nostri italiani
abbiam formato paesi e città.

Merica, Merica, Merica,
cossa saràlo 'sta Merica?
Merica, Merica, Merica,
un bel mazzolino di fior.

Merica, Merica, Merica,
cossa saràlo 'sta Merica?
Merica, Merica, Merica,
un bel mazzolino di fior.»

L'emigrazione nella legislazione comparata, de Cesare Festa (1904)





«Nell’Argentina vige la legge 19 Ottobre 1876 completata dal Regolamento sullo sbarco degli Immigranti 4 Marzo 1880.
All’art. 5 di detta legge, fra le attribuzioni degli agenti governativi creati per promuovere l’immigrazione dell’Argentina (art. 4) si legge al § 2: “Fare propaganda in favore dell’immigrazione della Repubblica Argentina, facendo conoscere l sue condizioni fisiche, politiche e social, i suoi rami principali d’industria, il suo sistema coloniale, i vantaggi offerti all’immigrante laborioso, il prezzo dei terreni, le facilitazioni per acquistarli, la misura delle mercedi, il prezzo degli articoli di consumo e quello del prodotto delle colonie, e tutti quegli altri dati che rispondono ai fini di questa legge; fornire gratuitamente a tutti gli immigranti le informazioni che questi chiedessero sulla Repubblica Argentina.”
E tutto ciò sotto la direzione del Dipartimento generale d’immigrazione creato sotto l’immediata dipendenza del ministero dell’Interno (art. 1), il quale dipartimento, appunto, oltre alla corrispondenza attiva e diretta cogli Agenti d’Immigrazione ecc. (§ 1°) deve proteggere l’immigrazione che sia onorevole e laboriosa, e consigliare misure per contenere quella che fosse viziosa ed inutile.
“Fare contratti per trasporto di immigranti, con una o più compagnie di Navigazione, assoggettando i contratti all’approvazione del potere esecutivo;
“Provvedere al collocamento degli immigranti coll’intermedio degli uffici appositi;
Impiegare tutti i mezzi posti a sua disposizione per favorire e facilitare l’invio degli immigranti nell’interno del paese;
“Dirigere l’immigrazione ai punti che dal potere esecutivo, d’accordo con l’Ufficio delle Terre e Colonie, saranno designati per essere colonizzati.”
Di più; “Commissioni d’immigrazione” dipendenti dal Dipartimento centrale (art. 6) debbono per l’art. 8:
1. “Ricevere, alloggiare, collocare e trasportare gli immigranti da un punto ad un altro soggetto alla loro giurisdizione.”
2. “Fare una propaganda attiva in favore della immigrazione nei rispettivi territorio, dimostrando la natura delle industrie sorte o suscettibili di sorgere in essi, la misura ed i salari, la bontà del clima e i vantaggi che essi territorio offrono.”
3. “Promuovere nelle rispettive località, la formazione d’associazioni particolari per favorire il collocamento degli immigranti”.
4. “Ottenere dalle autorità di provincia, dai municipio e dai particolari, sussidi in terre, danari ed oggetti di valre per impiegare a pro’ degli immigranti; ecc.”
Oltre di ciò la legge sopra citata contiene negli articoli seguenti altre disposizioni a favore degli immigranti che meritano di essere integralmente ricordate:
1. Essere alloggiato e mantenuto a spese della Nazione durante il tempo fissato negli art. 45, 46 e 47.
2. Essere occupato nel lavoro od industria esistente nel paese, alla quale preferisca dedicarsi.
3. Essere trasferito, a spese dello Stato, al luogo della Repubblica, ove intenda fissare il suo domicilio.
4. Introdurre, liberi da ogni diritto, le suppellettili, i vestiti, gli strumenti agricoli, le ferramenta, i prodotti dell’arte od ufficio che esercita ed un’arma da caccia, se inmigrante adulto, fino alla concorrenza del valore fissato dal potere esecutivo.
Art. 15. – “Le disposizioni dell’articolo precedente sono estensibili, in quanto sono applicabili alle done ed ai figli degli immigranti, purchè comprovino la loro moralità e le attitudini industriali, ove siano adulti.”
Art. 16. – “La buona condotta e le attitudini industriali dell’immigrante potranno attestarsi con certificati dei Consoli o degli agenti di immigrazione della Repubblica all’estero, o con certificati delle autorità del domicilio dell’immigrante, legalizzati dai suddetti consoli ed agenti d’immigrazione della Repubblica.”
Art. 45. – “Gli immigranti avranno diritto ad essere alloggiati e mantenuti convenientemente a spese della Nazione, durante i cinque giornisusseguenti allo sbarco.” […]
Art. 46. – “In caso di grave infermità che renda impossibile il cambiamento di domicilio, sopo superati cinque giorni, le spese susseguenti d’alloggio e mantenimento continueranno ad essere a carico dello Stato, durante tutto il periodo della malattia.”
“Fuori di questo caso, la permanenza degli immigranti nello stabilimento per più di cinque giorni, sarà a loro spese, dovendosi pagare una mezza piastra forte (L. 2,40) al giorno per ciascuna persona maggiore di 8 anni; e 25 centavos (L. 1.15) per ciascun bimbo minore di detta età.”
Art. 47. – “Si eccettuano dal disposto dell’articolo precedente, gli immigranti contrattati dalla Nazione per le colonie, i quali avranno diritto all’alloggio ed al vitto sino a tantoche saranno inviati alla loro destinazione.”»

Avv. Cesare Festa. L’emigrazione nella legislazione comparata. Castrocaro: Tipografia Moderna, 1904.

Falso contacto, de Ana Ojeda (2012)





«Las relaciones Marano-Moliterno habían sido complicadas desde siempre. Si todos hubieran sido italianos, la convivencia ya hubiera sido difícil. Mujeres imposibles de compaginar: gritonas, trágicas, melodramáticas. Fuertes. Verdaderos motores del hogar. Pero no eran sólo italianos: eran italianos del sur, calabreses. De Cosenza y de Catanzaro. Los Marano, en realidad, eran originarios de Figline, un pequeño pueblito de montaña, como un porcino –u cozzu nivuru– adosado al costado de la Sila, a unos quince kilómetros de Cosenza. Allí habían nacido todos menos Aquiles, hermano menor de Odiseo. Unos tras otros vistos al mundo gracias a las labores incuestionables de parteras autodiplomadas, expertas a fuerza de prueba y error. Figlineses que un día bajaron a Cosenza y ya no volvieron más que para saludar a la parentela. Cosentinos por adopción, en su círculo íntimo no se abstenían de sonreír con la famosa cantinela: Se la merda fosse oro Catanzaro che tesoro!
Los Moliterno eran menos escandalosos, pero igual de tajantes a la hora de opinar de sus vecinos. No se explayaban en críticas o ironías porque se preservaban con gran cuidado para el futuro: cuando tengamos i sordi y seamos gente de tratar con respeto. Sólo invertían sus energías en trabajar: Lavorare e non pensare, repetía don Ermes, aplicándose a la venta de especialidades calabresas en un pequeño local a quince minutos a pie de la casona. La máxima había resultado efectiva, que incluso habiendo llegado varios años después que los primeros Marano, los Moliterno habían logrado una posición más holgada y mejores perspectivas para sus hijos, de los cuales algunos hasta habían hecho algunos años en la escuela pública.»

Ana Ojeda, Falso contacto. Buenos Aires: Milena Caserola, 2012.